Los préstamos hipotecarios son el mecanismo que la mayoría de personas buscan para financiarse. El contexto económico de ese momento influye directamente en las condiciones de los préstamos que nos ofertan las entidades bancarias. Pero nuestras circunstancias o ese contexto pueden variar a lo largo de la vida del préstamo, de manera que nos planteemos cambiar esas condiciones. Una de las vías que nos brinda esos cambios y que ofrece ventajas a los deudores es la subrogación de acreedor. Por ejemplo la que nos ofrece la nueva Ley de Crédito Inmobiliario o Ley Hipotecaria, que te contamos más adelante.
El proceso es el siguiente, en primer lugar, una vez negociadas y aceptadas unas mejores condiciones con la nueva entidad, ésta las notificará a su actual banco. En ese momento se abre un plazo (7 días), para que nuestra entidad entregue un certificado de deuda, y a partir de esa fecha y hasta 15 días después, nos podrán ofrecer condiciones iguales a las de la nueva entidad o incluso mejores.
Pasados estos plazos sin formalizar la novación con nuestro banco, podremos firmar la subrogación con la nueva entidad.
Es una ventaja que nos da este procedimiento; no estamos obligados a quedarnos en nuestro banco, aunque nos igualen o mejoren las condiciones.
Nueva Ley de Crédito Inmobiliario (Nueva Ley Hipotecaria)
Otra ventaja de esta figura es que no incurrimos en ningún gasto. Gracias a la entrada en vigor de la nueva Ley de Crédito Inmobiliario, también conocida como Ley Hipotecaria, los gastos derivados del otorgamiento de la escritura de subrogación deben ser asumidos por la nueva entidad.
Además, nuestro nuevo banco se encargará de cancelar la deuda con el anterior y este no podrá oponerse al pago.
Por supuesto, existe la novación como mecanismo de modificación de condiciones, pero ante la primera negativa que podamos recibir de nuestra entidad, debemos tener en cuenta que la subrogación de acreedor es otra opción y en mi opinión, muy recomendable.
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